Hace años que acudo al Salone de
Milán cada mes de abril y la visita no deja de asombrarme como si fuera la primera. Para mí ─y
tal vez para muchos de los que nos dedicamos a revolotear alrededor de las
flores del diseño para extraer algo de néctar y llevarlo a nuestras respectivas
páginas, o lo que sea─ el año lectivo empieza la semana del Salone. Antes, todo
es caduco y perecedero, futuro fugaz, pasado baldío, turbio. Después de visitar
el Salone se hace la luz y vemos con claridad de qué va este año. Cómo serán
los interiores de la temporada y, posiblemente, si somos observadores, de los
años que vienen; qué materiales nos van a rodear con sus brazos, qué formas se
acercan a nuestra sensibilidad, qué aspecto tendrá nuestro entorno si nos gusta
que luzca sano y prometedor. Volvemos del Salone con la sensación de haber
visitado la Casa del Futuro.
Clover de Alivar
Lo más difícil empieza ahí: hay que explicarlo, poner en palabras lo que, básicamente, son sensaciones. Sí… hay materiales nuevos y viejos, formas de trabajo, tendencias de estilo, innovaciones técnicas, cositas que se pueden explicar en negro sobre blanco. Pero ¿y las emociones? ¿Y eso indefinible que los grandes diseñadores transmiten con un trazo, en la curva del respaldo de una silla, en la superficie texturada de una cómoda, en un ambiente semi iluminado? Ay… Qué difícil es transmitir todo eso.
Diseño de Fabio Novembre para Cappellini
Reconozco sentir un poco de
envidia de mis colegas los periodistas tecnológicos, quienes no tienen más que
explicar de forma inteligible los avances técnicos del último Smartphone y ya
tienen la crónica de su feria. Y pasa lo mismo con los que se dedican a temas
científicos o técnicos. Estoy pensando en el mundo del motor, en la industria
alimentaria, en las tecnologías avanzadas, en la robótica, e incluso en el
añorado mundo del cine. Los avances técnicos son la clave de los propios
avances del sector ya que aportan un plus de novedad y motivación a la
industria, además de empujar a través de la investigación siempre hacia
delante.
Aura de Treku
Leo con interés las nuevas
aportaciones de estos avances, hasta donde llega mi capacidad de comprensión y
me entero de que el futuro de las comunicaciones y la empresa dependerán de
cosas como la Big Data ,
la
Inteligencia Artificial , las impresoras 3D y el Internet de
las Cosas. Atentos a la jugada. Todo va muy deprisa, el mundo se acelera y nos
acostumbramos a adaptarnos por el camino a lo nuevo sin haber asimilado del
todo lo que ya se ha quedado obsoleto después de una o dos temporadas. Un
smartphone de dos años ya es viejo: así es la tecnología actual.
Cyborg de Magis
Pero después de Milán no tengo
esa sensación de vértigo que me produce el mundo en general y las noticias en
particular. Después de Milán vuelvo a casa con la cabeza repleta de imágenes
que me inspiran calma, quietud e introspección. Intento explicar todo lo que he
visto y sólo acuden a mi mente proyecciones de ratos demorados frente a una
taza de café, tardes en el sofá y paseos por el jardín al atardecer. El tiempo
pasa despacio y esa es precisamente la esencia de lo mejor que hemos visto este
año en la muestra. Excusas magníficas para detener el tiempo. Objetos e
instrumentos diseñados para que pase despacio, para que la vida se ralentice
delante de una taza de té que humea.
Costura de Stua
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