Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito

Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio

viernes, 4 de septiembre de 2015

Maquillar una casa para venderla mejor: Home Staging

¿Habéis oído hablar del Home Staging? Literalmente, significa algo así como puesta en escena de la casa y se trata de un término anglosajón que describe las operaciones de maquillaje que sufre un inmueble con vistas a su comercialización en el mercado. La idea es ponerlo a punto, tanto en términos de estética como de uso, para que los posibles compradores se sientan más atraídos por él.
El Home Staging nació y creció de forma simultánea en Estados Unidos, Canadá y Australia, a partir de los años 70, amparado en las condiciones de gran oferta inmobiliaria; como aplicación al mercado de viviendas de las innovaciones en marketing experiencial y en diseño interior. En la actualidad, la mitad de propiedades norteamericanas son objeto de una operación de Home Staging antes de entrar en el mercado de compra-venta, lo que demuestra la implantación de esta función en la dinámica comercial inmobiliaria.


 Proyecto de Jaime Sanahuja, Mar Nadal, Emilio Cubillos, Sanahuja & Partners. Cortesía Casa Viva. Fotos: Lluis Casals

No hay una segunda oportunidad para una primera impresión, dice el conocido aforismo, y en el caso de las casas a la venta o los pisos piloto se cumple a rajatabla. Los compradores deben sentirse impresionados tras la primera visita si se espera que reaccionen positivamente. No se trata de una decisión sencilla y por eso es importante que el espacio cumpla con las expectativas de unas personas cuyas necesidades se desconocen.
Para conseguirlo se ha inventado este servicio que ofrecen algunas empresas especializadas, consistente en entrar en las casas como el Señor Lobo y arreglar lo que sea necesario. Desde una fuga en un grifo hasta el olor de la cocina, desde las paredes y pavimentos al aspecto general del salón. El secreto de la correcta puesta en escena es despersonalizar al máximo el hogar para adaptarlo a cualquier gusto —cosa obviamente imposible— mediante una operación de neutralización estética que permita a los compradores imaginar las correcciones necesarias para hacer suyo el espacio.


En muchas ocasiones, según declaran las empresas del ramo, la operación más habitual es de limpieza y eliminación, para evitar las estancias sobrecargadas y la impresión de pequeñez que conllevan. Las viviendas arrastran un montón de parásitos decorativos como lapas adheridas a la piel de ballenas ancianas, que hay que eliminar para que el posible comprador no tenga la sensación de que ha entrado en casa de su venerable abuelita. Los expertos redecoran si es necesario el espacio y no tienen escrúpulos en colocar libros de cartón cuando se trata de potenciar una biblioteca o insuflar vida a una habitación vacía. Cuidan especialmente el aspecto de la iluminación para que los espacios crezcan y sean más fotogénicos. Ponen alfombras, cuadros y vajillas, si es necesario, para cumplir con el lema de su profesión: ni amueblado en exceso, ni vacío… Todo vale en este trabajo que se asemeja más al del escenógrafo de una película que al del interiorista profesional. El atrezzo, normalmente, se recupera después de la venta. Ya ha cumplido su misión.



Lo más divertido de esta rama espuria del marketing es su empeño por despersonalizar los espacios. Justamente lo contrario de lo que pretendemos cuando pensamos en la decoración de una vivienda, adaptada a necesidades y personas concretas, a sentimientos y emociones reales. Esto es diseño de espacios. Lo otro es diseño de ventas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario