Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito

Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio

miércoles, 30 de septiembre de 2015

4 tendencias estéticas para un futuro incierto

La feria Heimtextil, que se celebra en Frankfurt cada mes de enero, adelanta el cuaderno de Tendencias textiles que ha elaborado un grupo de consultores internacional, y que sirven de avanzadilla a lo que serán los motivos estéticos más potentes del 2016. Los tejidos son la avanzadilla de las tendencias de interiorismo y en un futuro tan imprevisible como el nuestro es bueno vislumbrar un poco de luz y color.




Protect: bueno para mí
Estética limpia, diseño reducido y homogéneo. Se trata de una oferta variada de bienestar y pureza. Un textil tranquilo, valioso y raro que asume una significación central. Cada vez necesitamos desconectar más y pensar en nosotros. La tendencia introduce el concepto de la protección no solo en el aspecto físico, sino también mental.


Energise: sueños digitales
Tecnología para aumentar el bienestar. Los límites on y offline se difuminan y el espacio digital se extiende al mundo físico. La luz se convierte en un nuevo material que crea formas inmateriales e ilumina contornos dinámicos. Los colores potentes y casi fluorescentes vibran en comparación con los tonos más oscuros como el azul eléctrico. Esta tendencia altamente energética reactiva la estética con brillo intenso, pinturas, patrones caleidoscópicos y diseños deportivos y graciosos.


Nourish: diseño sensorial
Los paisajes urbanos y naturales se reúnen y crean un nuevo mundo sostenible. La gama de colores celebra la belleza de los tonos verdes y de los más oscuros como marrones y grises, en consonancia con elementos como la tierra y la piedra. Los materiales naturales se combinan con un diseño claro. A la artesanía le corresponde un puesto especial que eleva la belleza de lo originario.



Enrich: los sentidos a tope
La opulencia y los elementos de decoración elegantes, las referencias culturales con el pasado y el futuro se unen en primer plano. Las composiciones ornamentales también se graban en nuestra vista, además de los materiales brillantes y nombres. Los colores extensos e intensos como la ciruela y el carmín florecen con toques metálicos de oro, latón y bronce. Un soplo del oriente se entremezcla con patrones icónicos, que reinventan el clasicismo con lujo y perfección.

(Información en imágenes cortesía Heimtextil)

viernes, 18 de septiembre de 2015

Vivir en la frontera: los espacios intermedios

¿Habéis intentado en alguna ocasión entablar una conversación simplemente correcta dentro de un ascensor? Es casi imposible pasar de las frases tópicas sobre el tiempo y hemos de reconocer que estamos deseando que el ascensor  llegue a destino para respirar hondo y salir pitando con un saludo modelo balbuceo. 
Algo parecido ocurre con las zonas de distribución de una comunidad residencial, los pasillos o rellanos que, al igual que los portales, antaño servían para entablar conversaciones o aprovechar la noche para compartir unos momentos tomando “la fresca”, ahora son zonas de tránsito rápido para cubrir a la carrera dese la calle antes de cerrar la puerta a cal y canto.
Los porches, los vestíbulos, los pasillos, los terrados y, por supuesto, el ascensor, son miembros de este club distinguido de espacios no pensados para vivir, o simplemente, no pensados. Son los llamados “espacios intermedios”, que sirven de frontera entre el ámbito público urbano y el interior privado, y se han convertido en una de las máximas preocupaciones de los arquitectos de hoy. Los maestros, como Alvar Aalto, ya habían planteado sus propuestas buscando formas de humanizar estos espacios, por ejemplo, borrando las fronteras entre la casa y el jardín. 
 
Imágenes de Villa Mairea, cortesía Museo Alvar Aalto
 
La Villa Mairea, una casa de veraneo en Finlandia, proyectada por el arquitecto, ahora convertida en historia de la arquitectura residencial y que se puede visitar, es un precioso ejemplo de cómo Aalto conseguía crear espacios domésticos que nunca eran ni demasiado cerrados ni demasiado abiertos. En la arquitectura del genial finlandés no se está dentro o fuera sino que todos los ángulos de la vivienda ofrecen la sensación de que estamos saliendo o entrando, de forma que los espacios intermedios se convierten en los más importantes y la casa adquiere un carácter mágico.



Las leyes imperantes de la arquitectura “inmobiliaria” han olvidado estos experimentos que, en definitiva, surgían como intentos de mejorar la vida de las personas, de hacer más agradable la convivencia y favorecer las relaciones entre vecinos. Los espacios intermedios como zonas de relación humana se han abandonado a su suerte para concentrarse en los valores de intimidad, seguridad y aislamiento. La deshumanización de las ciudades también está causada por esta vocación de clausura que empieza por los pasillos vacíos, sigue con las televisiones a toda pastilla y acaba (de momento) con adolescentes enganchados a los videojuegos con la mirada fija en la pantalla durante horas.
El espacio intermedio por excelencia es la plaza del pueblo, donde ocurría todo en las antiguas ciudades. La plaza ha sido sustituida por los centros comerciales, pero las ocasiones de intercambio y conocimiento que ofrecían se reducen ahora a una oferta comercial ingente y poco más. Ni siquiera el fenómeno de comunión emocional que era el cine puede aguantar la presión del aislamiento doméstico.


 
Tendemos a creer que en el núcleo doméstico reside nuestra felicidad y olvidamos que somos unos bichos gregarios que gustan de saber lo que ocurre en la casa de los demás y explicar lo que sucede en la nuestra (de ahí el éxito de los realities y programas de cotilleo). La soledad es enemiga de los espacios intermedios.
Hay que empezar a recuperar el valor de estas zonas de traslación para ver si son capaces de devolvernos el gusto por la conversación improvisada, por el intercambio de recetas o por la simple cortesía. Sería bueno volver a pensar la casa con otra perspectiva, empezando por aquí.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

¿Tu casa es "hygge" o estás en la prehistoria?

Los daneses me dan mucha envidia, pero no porque sean una comunidad extremadamente avanzada que disfruta de una razonable paz social, culturalmente desarrollada, económicamente apacible y, encima, feliz como para salir en las estadísticas de felicidad europeas por encima de todos. Ni siquiera me dan envidia por esas series de televisión fantásticas que le plantan cara a los canales de cable americanos. No es eso. Me dan envidia porque poseen una palabra en danés que no tiene traducción en nuestro idioma: “hygge” (pronúnciese “jeigue” para molar un poco).

 
 Proyecto: Ben van Berkel de UNStudio, cortesía de la revista Casa Viva

Es la primera vez que la oyes… Ya. Yo la oí ayer y no me la he podido quitar de la cabeza. Deja en paz la Wiki que ya me adelanto con la definición. Hygge es una cualidad que significa algo así como crear una atmósfera cálida en la que disfrutar de las cosas buenas de la vida en compañía de gente que nos interese. Tan sencillo y tan difícil como eso. El resplandor cálido de una vela es hygge. Una larga y alegre sobremesa con los amigos discutiendo de cosas intrascendentes o importantes es hygge en estado puro. Pasear con tu perro al atardecer a la orilla del mar es muy hygge. Conocer rincones secretos de una ciudad y disfrutar de la hospitalidad de sus gentes es más hygge que la Sirenita de Copenhagen, que ya es decir.


¿Qué no es hygge? No hace falta que enumeremos cosas que no se acercan a esa cualidad, porque todos las tenemos presentes, especialmente si vivimos en una gran ciudad abrumados por el stress y la contaminación. Lo que me interesa es que los amigos daneses definen una atmósfera emocional con una sola palabra, lo que indica lo importante que es para ellos.
Nosotros no tenemos una palabra tan expresiva y completa como esa; lo que más se acerca es confort que es un término muy chato. Pero los ingleses que se las dan de “british” tampoco les alcanza con “cozy atmosphere” y los franceses se quedan atrás con “ambiance chaleureuse”.


El foco ahora está puesto sobre el aspecto emocional de los interiores. Y lo que más nos interesa de las posibles emociones que nos puede disparar un espacio para vivir, un hotel o un restaurante es que sea hygge. Que sea capaz de esponjar nuestro espíritu, de dejarnos disfrutar del silencio o convertir la conversación en música. Que nos enriquezca como personas y nos ayude a crecer. Un espacio con vocación de hacer feliz a su contenido que somos nosotros.
Se acabaron las discusiones victorianas sobre estilos decorativos, las buenas intenciones de los arquitectos modernos que pretendían democratizar los entornos, las tonterías sobre el minimalismo en decoración y los estomagantes discursos sobre mestizaje y vintage. Chorradas de ascensor para entretener al respetable. Cagar y envolver, que dicen los castizos.


Al poner la atención sobre esos valores (mientras a alguien se le ocurre la palabra adecuada), los arquitectos e interioristas trabajan con un punto de vista específico que, al final, producirá espacios hygge. A ver si el triunfo indiscutible de la estética nórdica en todo el mundo se debe a ese plus de hygge que lleva en sus genes.
Como sabemos bien, las cosas que no tienen nombre no existen, así que, una vez más, declaro mi más rendida admiración a un pueblo que no sólo sabe disfrutar de una tarde de verano a la fresca con una copa de vino y una conversación agradable, sino que, además, la identifica sin problemas y le sobra tiempo para inventar una palabra que la defina. Aprendamos de los que más saben.


viernes, 4 de septiembre de 2015

Maquillar una casa para venderla mejor: Home Staging

¿Habéis oído hablar del Home Staging? Literalmente, significa algo así como puesta en escena de la casa y se trata de un término anglosajón que describe las operaciones de maquillaje que sufre un inmueble con vistas a su comercialización en el mercado. La idea es ponerlo a punto, tanto en términos de estética como de uso, para que los posibles compradores se sientan más atraídos por él.
El Home Staging nació y creció de forma simultánea en Estados Unidos, Canadá y Australia, a partir de los años 70, amparado en las condiciones de gran oferta inmobiliaria; como aplicación al mercado de viviendas de las innovaciones en marketing experiencial y en diseño interior. En la actualidad, la mitad de propiedades norteamericanas son objeto de una operación de Home Staging antes de entrar en el mercado de compra-venta, lo que demuestra la implantación de esta función en la dinámica comercial inmobiliaria.


 Proyecto de Jaime Sanahuja, Mar Nadal, Emilio Cubillos, Sanahuja & Partners. Cortesía Casa Viva. Fotos: Lluis Casals

No hay una segunda oportunidad para una primera impresión, dice el conocido aforismo, y en el caso de las casas a la venta o los pisos piloto se cumple a rajatabla. Los compradores deben sentirse impresionados tras la primera visita si se espera que reaccionen positivamente. No se trata de una decisión sencilla y por eso es importante que el espacio cumpla con las expectativas de unas personas cuyas necesidades se desconocen.
Para conseguirlo se ha inventado este servicio que ofrecen algunas empresas especializadas, consistente en entrar en las casas como el Señor Lobo y arreglar lo que sea necesario. Desde una fuga en un grifo hasta el olor de la cocina, desde las paredes y pavimentos al aspecto general del salón. El secreto de la correcta puesta en escena es despersonalizar al máximo el hogar para adaptarlo a cualquier gusto —cosa obviamente imposible— mediante una operación de neutralización estética que permita a los compradores imaginar las correcciones necesarias para hacer suyo el espacio.


En muchas ocasiones, según declaran las empresas del ramo, la operación más habitual es de limpieza y eliminación, para evitar las estancias sobrecargadas y la impresión de pequeñez que conllevan. Las viviendas arrastran un montón de parásitos decorativos como lapas adheridas a la piel de ballenas ancianas, que hay que eliminar para que el posible comprador no tenga la sensación de que ha entrado en casa de su venerable abuelita. Los expertos redecoran si es necesario el espacio y no tienen escrúpulos en colocar libros de cartón cuando se trata de potenciar una biblioteca o insuflar vida a una habitación vacía. Cuidan especialmente el aspecto de la iluminación para que los espacios crezcan y sean más fotogénicos. Ponen alfombras, cuadros y vajillas, si es necesario, para cumplir con el lema de su profesión: ni amueblado en exceso, ni vacío… Todo vale en este trabajo que se asemeja más al del escenógrafo de una película que al del interiorista profesional. El atrezzo, normalmente, se recupera después de la venta. Ya ha cumplido su misión.



Lo más divertido de esta rama espuria del marketing es su empeño por despersonalizar los espacios. Justamente lo contrario de lo que pretendemos cuando pensamos en la decoración de una vivienda, adaptada a necesidades y personas concretas, a sentimientos y emociones reales. Esto es diseño de espacios. Lo otro es diseño de ventas.