Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito

Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio

martes, 3 de septiembre de 2013

Una casa para ver, oír, comer, oler y tocar


El objetivo del interiorista es crear espacios que provoquen emociones en los visitantes, que les hagan sentirse cómodos, protegidos, seguros, desinhibidos, excitados o relajados, según la función del local de turno. Comprar se convierte en una experiencia y tomar un café, en un viaje por América Central. La intimidad se mide por luxes en los restaurantes y la alegría en las discotecas se convierte en pedidos en la barra. De hecho, no existe anhelo más universal en el mundo de las cadenas hoteleras que esa idea de que los huéspedes se sientan “como en su propia casa”. La despersonalización de las habitaciones está penada con la infidelidad de los clientes, la única que no se puede perdonar en estos tiempos. Conviene recordar que también una casa es un espacio de emociones. Que no hay metros cuadrados ni comodidades eléctricas que puedan suplir la sensación de compartir una película en el sofá el domingo por la tarde con la persona que quieres.
 

Vivienda en Ibiza equipada con mobiliario de B&B Italia. Gentileza de la revista Casa Viva
Si miramos casas de la otra punta del mundo veremos que compartimos un léxico cada vez más universal. La luz, el clima, la amplitud, las texturas que tocamos, los muebles escogidos, la lencería de cama, los objetos decorativos, los recuerdos de viajes, las fotos enmarcadas, los imanes en la nevera, los dibujos de los críos, los libros sobre la mesita, un fondo musical, o el aroma inconfundible a fragancia doméstica.
 
 

Como espacio de emociones, la vivienda debe apelar a los cinco sentidos y por eso sería un ejercicio de primer orden comprobar si se lleva bien con cada uno de ellos. Si es agradable a la vista, amorosa al tacto, si los sonidos con que nos envuelve, incluido el silencio, son amistosos. Asegurarse de que huele a las esencias que nos proporcionan confort, de que podemos disfrutar del sabor de un café en el entorno adecuado. Para esta película que vivimos cada día, el entorno debe funcionar como una escenografía perfecta, adecuada, idónea. Y ahí entra en juego la experiencia de los profesionales de la puesta en escena vital que saben declinar las palabras del lenguaje decorativo para construir un discurso atractivo.

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