El aspecto emocional es la clave del nuevo diseño de interiores y explica por qué algunos espacios nos hacen sentir a gusto y otros no tanto. Mi experiencia como periodista sobre cultura del diseño y la dirección de las revistas Casa Viva y Proyecto Contract me animan a compartir reflexiones sobre la cultura del entorno.
Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio
En nombre del diseño se hacen cosas maravillosas pero también
truños impresionantes que nos resultan de gran utilidad para recordarnos que lo
importante del diseño es que sea bueno. Porque de malos diseños está el
infierno de la decoración repleto. Presentamos diez diseños que nos han
parecido especialmente feos, raros, antipáticos o simplemente horripilantes. Un
ranking absolutamente subjetivo al que cada cual puede añadir sus fobias
personales. No tienen desperdicio. Pasen y vean estos engendros de la
naturaleza...
1. La mesa que mea es un diseño de Judson Beaumont de Straight Line Designs
2. Una consola de Zerodisegno que parece realizada con preservativos de colores. Agh!
3. Silla de exterior Sitting Bull diseño de
Islé Phippaz que produce Kill Codig
4. Alfombra de vaca pintada de rojo de Silvina Marotti (y la presentó en Milán)
5. Los grandes también se columpian. Karim Rashid para Casamanía diseñó estos taburetes de plastelina
6. Kuartz, una butaca recién llegada de Marte
7. El estudio polaco Wamhouse presentó este sillón que homenajea a los Rolling Stones con evidente mala pata
8. Una butaca que no paga royalties a Tous, de Altamoda Italia.
9. Eeeeeh... una silla de Ego que habla por sí sola
10. Fabio Novembre le vendió esta moto a los de Driade que, incomprensiblemente, no solo la producen, sino que la promocionan
¿Quién no se ha levantado alguna vez un mueble del contenedor de la calle para adoptarlo amorosamente? ¿Quién no se ha despedido con una lagrimita del viejo butacón desvencijado y al volverse para darle una última mirada ha visto con asombro que ya había desaparecido? Eso es lo que podríamos llamar reciclaje activo. Lo primero que nos viene a la
cabeza cuando pensamos en reciclaje es el ladrillo de pavés convertido en
cenicero. Después el palet con ruedas pintado y barnizado a modo de mesita de centro.
Más ejemplos… Los tarros de cristal cuya tapa se atornilla al techo del garaje
para contener tornillos. La valla de obras convertida en cabecero de cama. Las
botellas de cristal de colores con una pantalla convertidas en lámparas de
sobremesa. Las entrañables estanterías de ladrillos y tablones. Las traviesas
de madera de las antiguas vías férreas transfiguradas en escalones para el
jardín. Los manteles adelgazados hasta la condición de caminos de mesa. Los
lavaderos de bacalao en los baños a modo de lavabo. Los grifos reconvertidos en
tiradores. Las baldosas de cerámica recuperadas como platos o posavasos. Las
fantásticas cajoneras de los linotipistas, ascendidas a la categoría de
cómodas. Las mesas mutiladas que ahora son consolas. Los molinillos de café,
los teléfonos de baquelita, los carteles publicitarios de lata y las cajas de
galleta que devienen objetos decorativos…
Mesita de centro hecha con un palet pintado y cuatro ruedas: un clásico del reciclaje doméstico
La lista es tan amplia como
nuestra imaginación y tan apasionante como todo aquello que podemos conseguir
con nuestras propias manos. El reciclaje doméstico se ha convertido en una
necesidad de la moderna sociedad de consumo, ahogada por el peso de sus propios
deshechos y que no tiene otro camino que cambiar completamente de mentalidad
para disminuir el volumen del nefasto mercadeo del usar y tirar.
Sería tentador y un poco triste
pensar que, por culpa de la crisis económica, estamos abocados a entrar en una nueva fase de
acondicionamiento de los hogares centrada exclusivamente en el reciclaje de sus
objetos. Como esos países sin recursos donde los coches se reciclan hasta el
infinito a base de maña y necesidad. No es así. Muchos elementos domésticos,
como los gatos, tienen varias vidas y siempre ha sido así, incluso en las
mejores épocas de bonanza que podemos recordar.
Reciclar es un ejercicio de
responsabilidad para con nuestro entorno y, a la vez, una forma de aplicar el
ingenio al espacio que nos rodea. Una declaración de respeto al trabajo artesano
e industrial y una muestra de humildad
hacia un planeta en el que estamos de paso, cuyas piedras nos han de
sobrevivir.
Cama Favela de Edra, presentada en Milano el mes pasado. Los hermanos Campana han hecho del reciclaje una filosofía de trabajo con resultados fantásticos.
Muchas empresas han asumido de
forma seria este reto y proponen en sus catálogos productos que tienen una
cierta deuda con sus vidas pasadas, un alma cambiante y renovada. Hace poco
presentábamos en estas páginas unas mesas realizadas con los tablones
despintados de viejas barcas de pesca africanas y recordamos mil ejemplos
parecidos… Cuanto menos, las industrias están obligadas, en algunos casos por
ley, a explicitar el origen de algunos materiales naturales y la ausencia de
elementos dañinos en los artificiales, así como la posibilidad de reciclar los
elementos que componen sus productos.
Es una buena manera de encarar
este siglo tan complejo en el que nos hemos metido, desde la perspectiva del
diseño de interiores. Desde el respeto a nuestro delicado ecosistema y con el
gozo que producen estas transformaciones. No importa si adquirimos un mueble
con certificado de origen o le damos una mano de pintura a la vieja cajonera de
la abuela. En cualquier caso estamos ejerciendo una nueva y saludable forma de
mejorar el entorno.
Formas esenciales, materiales
naturales y cálidos, madera, leves toques de color para iluminar los
ambientes y soluciones prácticas para espacios reducidos, son los grandes ejes
del diseño visto en Milán este año. El Salone ha demostrado un año más su
imbatible supremacía en el mundo del diseño, reafirmando su carácter de cita
ineludible a nivel internacional para conocer lo mejor de la producción
europea. Este año, las tendencias innovadoras en diseño para la casa y el
espacio público se han visto arropadas por la muestra de iluminación Euroluce y
la de oficinas, Salone Ufficio, que proporcionaban una visión transversal de
las propuestas del mercado. Apuntamos algunos de los grandes rasgos de las
tendencias vistas en la muestra:
1. Las formas se reducen a lo esencial, a sus aspectos
geométricos a los patrones más elementales que están en la memoria
histórica del mobiliario moderno. Así cumplen con un público que huye de
los excesos estilísticos al tiempo que reducen y simplifican los procesos
productivos. En consecuencia, bajan los costes y el precio final.
2. Las materias naturales con aspecto crudo o poco
trabajado siguen copando los mejores puestos de los nuevos catálogos. Los
frontales de nogal canaletto muestran orgullosos sus vetas, las maderas de
fresno y haya se presentan con la cara lavada. Los muebles barnizados en poliéster
que parecían irrumpir hace un par de años, se baten en retirada ante el
empuje de lo natural. Lo mismo vale para el algodón, el acero, el aluminio
o incluso los plásticos más nobles.
3. Aunque la mayoría de fabricantes huyen de las
estridencias cromáticas, se siguen viendo detalles de color muy atenuados
en la mayoría de colecciones, herencia de la poderosa estética nórdica que
nunca pasa de moda.
4. Los muebles polivalentes o plegables son la
solución ideal para los espacios reducidos, un tema que demandan los
mercados sensibles a la proliferación de viviendas de pequeño tamaño para
uso unipersonal.
5. El salón Ufficio aboga por los espacios para
trabajar que se confunden con los domésticos, en la convicción de que un
entorno más humano propicia un mayor rendimiento laboral.
6. En el salón Euroluce triunfa con todo mérito el
mundo del Led, finalmente incorporado con todas las consecuencias al
entorno doméstico con ideas tan sugestivas como los papeles de pared
iluminados de Ingo Maurer.
Las dificultades económicas que
atraviesan muchos países europeos, incluidos los más ricos, no parecen ser el
caldo de cultivo propicio para aventuras estéticas muy arriesgadas. De esta
forma, los fabricantes prefieren apostar por valores seguros a través de los
diseñadores consagrados de probado tirón comercial. Patricia Urquiola, los
hermanos Campana, Ferrucio Laviani, Paola Navone, Piero Lissoni, Jean Nouvel,
son algunos de los nombres que han sonado en esta edición. Junto a estos diseñadores de fama
internacional, el Salone Satellite recupera los mejor del diseño emergente de
los cinco continentes para demostrar que corre sangre nueva por las venas del
diseño en todo el mundo. Losproyectos
de los más jóvenes aportan más ingenio que posibilidades, más capacidad de
reciclaje que de gasto… en definitiva, parecen responder a la realidad del
momento.