Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito

Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio

martes, 19 de febrero de 2013

Vente a Suecia, Pepe

Hay dos formas de relacionarse con el diseño contemporáneo: 1. Como si fuera un primo que nos visita desde la ciudad ‒sofisiticado, pijeras, resabidillo, presuntuoso y fascinante‒ y que nos gusta exhibir en el casino del pueblo para asombrar a los paisanos de la boina. 2. Como si fuera un hermano pequeño con buenas notas en el cole, guapo y exitoso, que amamos sin reservas, aún por encima de sus defectillos y al que hacemos un caso relativo.
En el caso 1, la admiración provinciana que le profesamos nos impide integrarlo en nuestra realidad, ya que siempre lo consideramos como un invitado de lujo al que hay que proteger de la contaminación grosera del campo. Es un adorno en nuestras vidas, un acompañante eventual que, tarde o temprano, volverá a la ciudad y nos dejará sumidos en nuestra palurda existencia. En el caso 2, la familiaridad que nos suscita hace que le demos menos importancia de la que tiene, pero también que lo disfrutemos integrado en nuestra vida como el agua del grifo o el despertador. Es algo cotidiano, natural,  que no nos molestamos en analizar.


La pasada edición del salón contó con una presencia récord de empresas españolas,  KRISKA DECOR, COSENTINO, AMAT 3, SANCAL, LZF LAMPS, VONDOM, MADE DESIGN, PLANNING SISPLAMO, ANDREU WORLD, ENEA CONTRACT. BCD organizó una serie de acciones de promoción del diseño "Made in Barcelona" con una exposición en el Instituto Cervantes de Estocolmo, en el que tomaron parte algunas firmas como MOBLES 114, MARSET, TEIXIDORS, SANTA & COLE, BD BARCELONA, TRES TINTAS, ESTILUZ y RS BARCELONA.

Estas reflexiones están suscitadas por la visita a la Stockholm Furniture & Light Fair, a la que asisto amablemente invitado por sus organizadores y en la que creo atisbar una respuesta casi imperceptible a la vieja pregunta marxista “Quiénes somos, a dónde vamos, de dónde venimos que traemos los pantalones tan arrugados”…

En realidad, la respuesta no está en la Feria (aunque también) sino soplando en el viendo de la agradable capital sueca (si resulta amistosa en pleno febrero a temperaturas bajo cero, qué será en primavera), en las calles, en los restaurantes, en los cafés, en las tiendas, en la gente. Paseas por la muestra y ves la esencia del diseño escandinavo de toda la vida, presidido por su majestad el fresno y ese buen gusto que parece un producto local destilado bajo la nieve. Luego paseas por la ciudad, miras los escaparates, cenas en Sturehof (absolutamente recomendable) y comprendes que para los suecos el diseño no es un añadido sino algo tan esencial a su cultura como el aceite de oliva para la nuestra. No le dan la más mínima importancia y por eso han aprendido a integrarlo admirablemente en todos los ámbitos, en espacios nuevos y viejos, en calles y plazas, en muebles y objetos de uso. Lo viven como una parte natural del proceso de crear cosas, como una forma de explicar la habilidad de los viejos artesanos, pasada por el filtro de la modernidad y la industria.
El Restaurante Sturehof de Estocolmo: buen diseño y buena comida.

Lo mezclan con cosas viejas, lo sazonan con lo que les da la gana y lo agitan sin más. Ni siquiera se molestan en nombrarlo, de tan cotidiano que es. Esta forma de entender el diseño como algo consustancial al entorno cotidiano es tan despreocupada que, en ocasiones, puede provocar cierta sensación de descuido, de despreocupación, incluso de desprecio. Pero no es así, sino la consecuencia natural de convivir con el buen diseño tantos años. ¿Quién levanta la cabeza para admirar el Empire State Building si pasa por allí cada mañana de camino al trabajo?

Me pregunto por qué misteriosas razones de evolución estética, el buen gusto, la armonía y el equilibrio se han instalado cómodamente en esos países tan alejados del Mediterráneo, con un clima que carece de luz y de piedad y les obliga a estar en casa tantos meses encerrados. ¿La falta de color? ¿El amor por la naturaleza que comparten con los nipones, también hermanos mayores del diseño? ¿La cultura de la casa?
El diseñador invitado de la Feria de Stockholm: Oki Sato de Nendo, en el espacio que creó para el vestíbulo de esta edición.

Aquí seguimos luchando a brazo partido para conseguir un mínimo reconocimiento popular al diseño contemporáneo, por encima de estéticas trasnochadas que se nos han enganchado como lapas, paseando al primo lejano para admiración de amigotes, venerando algo que no tiene más importancia que la puramente funcional y suspirando cuando nos sirven un café (espantoso, eso sí) en una mesita con mantel de lino bordado de un moderno restaurante sueco.

lunes, 11 de febrero de 2013

Hàbitat Valencia decide hibernar para curarse el catarro

"De acuerdo con los intereses de sus expositores y visitantes, Feria Valencia ha decidido celebrar Feria Hábitat Valencia, FIMMA y Maderalia del 4 al 7 de febrero de 2014, en coincidencia con Cevisama. Con este cambio Feria Valencia quiere colocar en el calendario de ferias internacionales una oferta única ya que ningún recinto acoge de forma simultánea certámenes del mueble, la iluminación, los textiles para el hogar, los revestimientos cerámicos, mármol, cocina, baño, puertas, ventanas, parquet, suelos laminados… En definitiva, todo aquello que en una vivienda aporta diseño."

Así es. Ha pasado... y es una mala noticia. La feria Hábitat Valencia, después de cambiar de nomenclatura, de equipo directivo, de pabellones, de filosofía de vida y de actitud... ha decidido cambiar de fechas. Todas las razones que expone en el comunicado oficial son buenas y creíbles (es cierto que se crean sinergías, que los visitantes ahorran visitas, que los prescriptores ganan en intensidad, que los expositores mejoran sus expectativas), pero la realidad es que se acoge al paraguas (con agujeros) de la antaño poderosa feria de cerámica para sobrevivir al catarro con complicaciones de neumonía que le aqueja desde hace años. En el aspecto negativo de esta terapia de choque hay que decir que la primavera está cargada de eventos europeos mientras que en setiembre Hábitat reinaba casi en solitario.
Imagen institucional de Hábitat Valencia, ahora exiliada al mes de febrero del 2014 y que deja 2013 sin feria. Tal vez la bianualidad sería un buen remedio para esta gripe.
Las grandes muestras nacionales dedicadas a las artes decorativas llevan años contrayéndose como un agujero negro, comiéndose unas a otras, siguiendo a trancas y barrancas los pasos apresurados de un mercado que no les da tregua y tampoco pistas para entender por dónde va. Desde luego, es difícil entender el futuro de estos sectores pero se diría que los responsables de la Feria de Valencia (ni los de Barcelona, ni los de Madrid) son capaces de olisquear ni de lejos el menor síntoma de cambio estructural. Y, voto a bríos, que el mercado se ha transformado tan poderosamente que no lo reconoce ni su madre. Grandes superficies, cadenas de distribución, comercios boutique, diseño actual, tecnología informática... nada que ver con aquellas patrullas de compradores que visitaban el entrañable e irregular recinto de la Feria del Mueble y por la noche se iban de juerga. 
El Salón NUDE 2012 demostró que algunas cosas sí se hicieron bien en Hábitat Valencia.
Patinazos, unos cuantos... Quién no recuerda aquella entrañable feria denominada Arte en Metal dedicada a la iluminación en una época en que el plástico mandaba. ¿Qué fue de las poderosas ferias Textil Hogar y Cevider, que no se enteraban de nada? Y aquellos directores funcionarios con carnet político que dominaron el cotarro durante años, cuando el parking era de tierra y no había transporte público que uniera Valencia y el recinto ferial. Aquella época en que volver a la ciudad en taxi costaba hora y media de reloj. Cuando para montar un stand tenías que pasar por una de los tres industriales que monopolizaban alegremente el tema. Cuando los gitanos te asaltaban en la puerta. Cuando comer allí dentro era imposible y la falta de hoteles disparó el alquiler de apartamentos cercanos.
La exposición de Jaime Hayon muestra el camino a la seguir a una feria del sector interiorismo.
Lo cierto es que, finalmente, la feria estaba dando señales muy positivas de modernización con manifestaciones tan bien organizadas como el NUDE, la revista digital y de papel, la página web, la reciente distribución de pabellones, el trato profesional a prensa. Se detectaba últimamente un esfuerzo de "aggorniamento" forzoso más basado en el marketing tontorrón que en el análisis profundo de la realidad (con la ayuda de algún estudio de diseño valenciano experto en vender motos envueltas en comunicación agresiva), pero vaya, ganas había. Pero, va y llega la crisis, y se va todo el esfuerzo al garete. Una pena. Sin embargo, me temo que la crisis no lo explica todo. En unos tiempos en que las empresas tienen sus catálogos colgados y actualizados diariamente en Internet, en que los viajes por Europa cuestan cuatro duros y en que alquilar un espacio expositor es más caro que unas vacaciones en el Caribe, nos preguntamos ¿Las ferias tienen sentido?
El conejo de los mercados que persiguen los galgos de las ferias. 
Gran pregunta a la que el tiempo se encargará de contestar con esa tozuda determinación que tiene la realidad de la vida. Mi modesta impresión es que sólo sobrevivirán las ferias que aporten algo más que un rincón en la plaza del pueblo el domingo. Las que sean capaces de articular oferta comercial y cultura, eventos y negocios, encuentros entre profesionales y prensa, entre consumidor final y productores, Las que aporten algo, en suma (y aún así, tengo mis dudas). De cualquier manera, sería reconfortante saber que Hábitat Valencia, además de juntarse con sus hermanas para soportar el frío que se avecina, fuera capaz de hacer un análisis serio del mercado y averiguar qué necesita. En definitiva las ferias de sectores en alza como el de la telefonía móvil, saben perfectamente lo que tienen que hacer. ¿Por qué las nuestras se conforman con correr desesperadas detrás de la liebre?






sábado, 2 de febrero de 2013

Alien se cuela en los platós de los informativos

No puedo evitar mirar un informativo en la tele y fijarme en el diseño del plató e incluso abstraerme de las bostezantes noticias sobre nuestra gris clase política para concentrarme en el aspecto de la mesa a modo de mostrador desde donde se expenden las news como si fueran panes. Ya sé que es una vulgar consecuencia del síndrome de la deformación profesional pero, qué le vamos a hacer, no deja de ser un ejercicio extremadamente divertido. Y además es, de nuevo, una gozosa comprobación de lo mucho que el diseño puede hacer por mejorar o acabar de cargarse el entorno. ¿Polución visual, ummmm?


Una mesa mostrador estrambótica en el plató de La 1 de Televisión Española, que parece diseñada para el salón de un ruso en Marbella.

Hagamos un poco de zapping a la hora de las noticias para hacer algunas comparaciones entre los platós de los diferentes informativos. Tremendos, todos ellos... Pero lo más divertido de la primera impresión es que, invariablemente, todos parecen diseñados por los directores artísticos de la serie Star Treck, aquella del capitán Kirk que se sentaba majestuoso en un trono con mandos electrónicos y miraba una pantalla estelar donde se comunicaba con los agresivos klingons. Cuánta inspiración actual proviene de aquellas tardes de sábado, tele en blanco y negro y pan con chocolate.

 La mesa del informativo de Antena 3 a punto de despegar al infinito y más allá

Por alguna razón que sospecho, los decoradores de las cadenas televisivas creen que la actualidad, el rigor y la veracidad informativas se materializan visualmente en espacios de aspecto futurista, con mesas inmensas con forma de platillo volante o deformadas por un coloso invisible que las estira y estira hasta que parecen estallar. Los suelos están decorados con los logos y colores corporativos de la cadena, las pantallas croma que respaldan a los locutores se animan con imágenes o texturas psicodélicas, a veces con un mosaico de pantallitas de televisión; las cámaras sobrevuelan este pavoroso paisaje para mostrarnos su grandeza y lo amplían visualmente hasta recoger los equipos de grabación, focos, grúas y cables en un ejercicio de autoreferencia que nos recuerda que aquello es un espacio real en el que trabaja mucha gente. Siempre da la sensación al acabar los informativos que, en el fondo, todos piensan que es más bello el panorama industrial del plató que el universo estético que presenta.

 Bonito caos visual en este informativo de Sky, inspiracion obvia de nuestros directores de arte. No hay que perderse la mesa de formas orgánicas similar a la nave de Alien.

Sobre este campamento base que es el escenario de los informativos discurre un trepidante ajetreo de imágenes, videos, textos móviles, locuciones, entrevistas, cambios de plató, cromas y músicas de fondo que convierten al telediario en un frenesí increíble. Estamos tan habituados al trepidante ritmo de los informativos, siempre inspirado en la filosofía histérica de la televisión norteamericana, que no somos conscientes del ametrallado al que se somete nuestro cerebro. Nuestro tatarabuelo vería un telediario y, simplemente, no entendería nada porque carecería de las claves de ese lenguaje. Pero resulta divertido que las cadenas nos propongan este formato visual arropado por una estética retrofuturista un poco ridícula y siempre kitsch. La sobriedad visual que tanto se agradece en el cine actual e, incluso, en muchas series de televisión, no  tiene aquí cabida. La unanimidad con que todos entran en esta fórmula nos hace pensar que el temido share es muy caprichoso y busca al telespectador curtido en horas de sofá y que gusta de este tipo de juegos de magia. El lenguaje visual es papilla televisiva y no admite experimentos. Aún así, cómo nos gustaría ver un plató diseñado por un buen interiorista sin presiones del jefe.