Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito

Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio

sábado, 21 de diciembre de 2013

La arruga (interior) es bella

Mi abuelo poseía una fábrica de muebles de madera curvada en Valencia, una innovación traída de Austria que asombraba en la época. La pieza más vendida era la mecedora de asiento de fibra trenzada y mi padre se arrepintió toda la vida de no haber conservado una de aquellas entrañables (y ahora valiosas) mecedoras de inspiración Thonet. Le faltó perspectiva para comprender el valor añadido que el tiempo generaba en el mueble.


Archivo municipal de Huesca, proyecto de ACXT.

Por fortuna hemos aprendido a proyectar este tipo de cambios de nuestra sensibilidad que podemos prever aún careciendo de perspectiva suficiente. La arquitectura fue la primera en entender que las formas estéticamente caducas del pasado eran una herencia cultural inestimable y que no se podía arremeter contra ellas por cuestiones puramente prácticas. Suele ser mucho más económico construir que reconstruir, por lo que ha sido necesario promulgar leyes para la protección del patrimonio a fin de evitar el fin de muchos edificios de gran valor.


Convento de San Francisco en Santpedor, obra de David Closes

España es uno de los países occidentales que ha aprendido a gestionar su patrimonio como demuestran los proyectos de rehabilitación más recientes de espacios públicos, con excelentes resultados. La misma observación sirve para los interiores, algunos de los cuales ya forman parte de nuestra memoria colectiva y ahí siguen. Otros, en cambio, han desaparecido empujados por la lógica empresarial que precisa renovar espacios para renovar clientes. 


El sabor de un espacio reutilizado es inconfundible. Convento de Santpedor.

Los interiores son mucho más frágiles que los edificios y, precisamente por esa razón sería bueno concienciarnos de la necesidad de su conservación en casos de interés cultural. Lo efímero tiene sentido en esta disciplina, se trate de tiendas, bares, hoteles, exposiciones, escenografías o escaparates. Pero es difícil superar la emoción que nos produce entrar en la casa bien conservada de un Rembrandt o un Víctor Hugo. O recordar el sabor de aquellas salas de baile ya desaparecidas. Para preservar ese inmenso legado que explica nuestro presente y da sentido a la sensibilidad de cada época, de entrada, es necesario documentarlo fotográficamente. Después, estudiar si existen posibilidades reales de evitar su desaparición, si es necesario adaptándolos a nuevos usos se ha hecho con éxito en algunos espacios emblemáticos.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Bancos: ya que nunca pierden dinero, al menos que arreglen las sucursales

Los bancos y los estados son como el chiste del dentista y el paciente, que le coge por los huevos diciéndole “No vamos a hacernos daño, ¿verdad?" Se necesitan mutuamente porque para funcionar ambos deben hacer que fluya el dinero. Lo mismo pasa con estados grandes o pequeños, con las grandes corporaciones y con los mercados… todos se cogen por los huevos y se protegen entre sí, aunque de vez en cuando no haya más remedio que arrancar alguna muela para que el resto siga sano.  Es lógico que los organismos económicos europeos hayan hecho algunas transferencias para echar un cable a las entidades más incompetentes ya que la estabilidad aparente del sistema es la base sobre la que se mueve todo. Pueden cerrar mil empresas y no pasa nada, pero si cierra una entidad bancaria y se forma una cola a la puerta para recobrar el contenido de la cartilla, la gente se inquieta y eso es malo… Total, que aceptamos que los bancos sean los únicos que tengan garantizado sobrevolar la crisis sin desaparecer. Son especies protegidas. Vale.

Ejemplo de oficina de atención al público de una sucursal bancaria. Diagnóstico: espacio atroz para infundir miedo a los clientes.

Pero ¿ya que cuentan con la benevolencia de sus compinches poderosos no podrían darle una mano de pintura a sus oficinas? Salvo honrosas excepciones (que se pueden contar con los dedos de la mano) las oficinas bancarias de este país son un horror incomprensible; un cúmulo de despropósitos estéticos que parecen diseñados para espantar al cliente antes de entrar; un remedo de aquella tremenda Oficina Siniestra que retrataba Pablo en La Codorniz en la posguerra. Las sucursales bancarias (no las oficinas de atención a grandes impositores) están pensadas para la incomodidad de los clientes, para que las colas se desdibujen y la gente se mire asustada como en una comisaría política; para que no tengan otra distracción que los atroces pasquines autopublicitarios de la entidad, repletos de sonrisas blanqueadas. Están pensadas para imponer respeto a los clientes como las antiguas catedrales, pero sustituyendo la espiritualidad de los santos y vírgenes por las efigies que aparecen en los billetes y monedas. Encima no te puedes encomendar a George Washington porque los euros son tan asépticos que no homenajean a nadie.

Hay que reconocer a esta entidad cierta actitud hacia sus clientes. Aprobado justito.

La descripción de una sucursal bancaria es un catálogo de errores de interiorismo que parece diseñado para mostrar en un escuela de diseño qué cosas no hay que hacer en un espacio público: enmoquetar de arriba abajo, eliminar ventanas, iluminar a base de fluorescentes tétricos, colocar las mesas estratégicamente para complicar la circulación, utilizar feos separadores con folletos, prescribir asientos sin personalidad y dudosamente confortables, poner música ñoña a escaso volumen, congelar a la gente en verano. Por supuesto no vamos a comentar el impacto estético que producen algunas medidas de seguridad como la doble puerta acristalada o la pecera de seguridad. Esos parecen males menores al lado de la frialdad y rechazo que muestran las oficinas desde la calle.
El estudio de arquitectura Emmanuelle Moureaux se ha encargado del rediseño arquitectónico y de interior de esta sucursal del Sugamo Shinkin Bank  en Shimura, Tokio. Hay otros mundos...
Alguna entidad sustituyó los mostradores por mesitas de atención al cliente, mucho más agradables y humanas, pero la esencia de la oficina permaneció intacta en forma de colas feas y entorno gris. Los bancos se limitan a diseñar una fuerte identidad corporativa en sus logos y comunicación, en su publicidad y formatos estáticos… y en lo que respecta al interiorismo se conforman con trasladar el color corporativo a determinados elementos de las sucursales, y poco más. Si sustituimos el azul del BBVA por el rojo del Santander, no sabremos dónde estamos. La preocupación por la identidad corporativa se acaba en las soluciones gráficas pero no suele llegar hasta los espacios que parecen intercambiables entre unos y otros bancos, lo cual demuestra lo evolucionado que está el tema del branding en nuestro país, y la escasa importancia que se concede a los espacios. Un suspenso para los bancos en Sensibilidad y Calidad Humana (vaya noticia).
El Sugamo Shinkin Bank  en Shimura, Tokio, proyecto de Emmanuelle Moureaux, que demuestra que os bancos pueden permitirse planteamientos atractivos y no están obligados a ser feos por definición.

lunes, 2 de diciembre de 2013

100 ediciones de PROYECTO CONTRACT: historia del interiorismo español del siglo XXI

En el verano de 2002 aparecía el primer número de la revista PROYECTO CONTRACT con el restaurante Oven en portada (actual sede de BD Barcelona Design) y mucha ilusión desparramada por las páginas interiores. El primer objetivo de la nueva publicación era hacerse eco de todos aquellos proyectos que, por filosofía de contenido, no tenían cabida en la publicación nodriza, Casa Viva. También se pretendía crear una plataforma capaz de documentar y testimoniar los trabajos de diseño interior más interesantes realizados en el país y más allá. Por último, abrir la publicación a un colectivo profesional escasamente articulado (excepto por los Colegios de Decoradores) y no siempre bien reconocido, al que queríamos incorporar en cada edición hasta conseguir que hicieran suya la revista.
 
El número 2 de la revista fue diseñado por Guillermo Nagore y ha mantenido su esquema hasta hoy

Para ello inventamos un formato de diseño gráfico dinámico y versátil (con la ayuda de Guillermo Nagore antes de que lo llamaran del New Yorker), capaz de dar cabida a proyectos de todo tipo, escala e interés. Reportajes extensos, medianos, cortos, de dos páginas, de una sola e incluso de un tercio de página, para que nadie se quedara fuera. La idea no era tanto juzgar la calidad de los proyectos como dejar constancia de su realización de cara al futuro y retratar el día a día del interiorismo a través de sus obras.

Dentro de unos criterios de calidad y seriedad, hemos intentado abrirnos a todo tipo de tendencias, estéticas y corrientes de trabajo. Reconozco que resulta imposible ser imparcial y objetivo desde el momento en que, obligatoriamente, se deben  seleccionar qué proyectos entran y cuáles no por una simple cuestión técnica de espacio. El papel es finito, en los dos sentidos de la palabra. Pero abrir los criterios al máximo de sus posibilidades era una forma bastante parecida a la imparcialidad.

Algunas de las señas de identidad de PROYECTO CONTRACT se derivan de esta vocación de ágora que le dimos desde el primer día. Así, la entrevista central que precede a los reportajes quiere ser una visión en profundidad del recorrido de un estudio relevante. La fotografía a doble página de estas entrevistas delata las intenciones: el personaje por delante de la obra, el retrato del entrevistado sirve para entender sus trabajos, tanto como las fotos de los mismos. Demasiado a menudo las revistas de arquitectura e interiorismo se olvidan de las personas que hay detrás de los proyectos, como si la cara del diseñador restara seriedad a los espacios. Al contrario, las caras son el espejo del alma de los proyectos.
 
 
La sección Sala de Visitas de PROYECTO CONTRACT mantiene vivo el pulso con los profesionales del diseño interior y su obra. Algunos discursos son tópicos pero otros tienen mucha miga... Hay que leerlos.


Un segundo plan de trabajo, menos evidente, que se puede rastrear en la hemeroteca de esta publicación durante los tres primeros años, era la desacralización de la información del colectivo de interioristas. Las revistas de arquitectura y diseño de espacios están, a veces, más cerca del frío Informe de resultados de una empresa que del espíritu lúdico y apasionante que debe definir a una revista. Por esa razón durante los primeros tiempos, con un optimismo y una inocencia propios de universitarios, arrastramos y publicamos una producción fotográfica a modo de bazar, como si de una revista de moda se tratara, modelos guapetones incluidos. Reconozco que esta chispeante idea era una fijación personal mía que, finalmente, hubimos de abandonar porque resultaba carísima. Pero, mientras tanto, retratamos despachos con modelos insinuantes, probadores de ropa ocupados y mercados con carniceras vestidas de blanco, y, sobre todo, nos lo pasamos muy bien.
 
 
Las producciones de la sección Smoke (homenaje a la novela de Auster) durante los primeros años mostraron una publicación de vocación internacional y factura exquisita. La realidad editorial del low cost acabó por imponerse. Criaturas...

Nuestra pretensión era quitarle hierro al tema, mostrar el lado más humano de las oficinas, las instalaciones comerciales o de hostelería y adelantar (antes de que se pusiera de moda) el concepto que entonces sólo intuíamos de “diseño emocional”.  En el ADN de esta revista está luchar por el reconocimiento social de esta profesión y eso pasa por dejarse impregnar de cierto populismo, asumir el sentido del humor como un componente más de la memoria técnica y entender que lo efímero no es sinónimo de banal.

Frente al academicismo arrogante y elitista del gran proyecto que, en aquellos años ya lejanos, estaba en pleno apogeo de arquitectos estrella y edificios emblemáticos (esos que ahora están vacíos), nosotros preferíamos bajar al detalle y ocuparnos del prosaico bareto, de las oficinas humanas, las tiendas alocadas y el hotel boutique. La realidad del interiorismo cotidiano, en pocas palabras. El de la relación cercana con el cliente, el del presupuesto ajustado que no se puede ampliar, los proyectos con más carisma que medios, las soluciones inteligentes, el ahorro de energía, el espacio responsable para con las personas. Parece que el tiempo que nos ha dado la razón.

Muchas cosas han pasado durante estos últimos once años. Gran parte de los proyectos que aparecieron en las páginas de esta revista como primicia han desaparecido. Otros han evolucionado o, de forma misteriosa, mantienen el tipo. Lo que importa es que durante una década hemos ejercido de notarios gráficos de lo que se hacía y deshacía, creando en nuestras páginas un documento que permanece y que da fe de lo apasionante, compleja, divertida, intrigante, sorprendente y abracadabrante que es esta profesión. La colección de estos cien números coincide, en gran manera, con la historia del interiorismo de estos años.
 
Portadas de la revista rechazadas por el editor: historia secreta de la revista que algún día saldrá a la luz.

PROYECTO CONTRACT posee vida propia, como lo demuestra el volumen de propuestas para publicar que llega a redacción todos los meses y que procuramos responder con rapidez, de una forma u otra. Un número enorme de interioristas españoles ha visto publicada alguna obra allí y sabe que estas páginas, de algún modo, les pertenecen. Esa era la idea.

Los interioristas siguen trabajando en una dinámica que no es la que debería ser (nada es lo que debería ser, ahora mismo) pero que mantiene unas constantes vitales de salud envidiables. En esta redacción hemos adelgazado con la misma dieta de verduritas y agua del grifo que están tomando la mayoría de estudios de diseño nacionales y volveremos a engordar y lucir mejillas coloradas en cuanto la cosa suba un poco el voltaje. Ya lo estamos notando, de hecho, de la mano de los espacios ligados a la potente industria del turismo española. El número 100 de una publicación, hoy en día, es un pequeño milagro y una buena excusa para hacer un alto, recuperar el aliento y mirar atrás con humildad. Cien ediciones y está todo por hacer.

jueves, 21 de noviembre de 2013

El teléfono móvil, la butaca de aislamiento y los límites de la intimidad

¿Cuánto espacio necesitamos para ser nosotros mismos? ¿Cuánto para hablar tranquilos por el móvil sin sentir que compartimos a nuestra novia con todo el autobús? En los países anglosajones existe la convicción de que el espacio físico y el espacio mental están interrelacionados de forma que estas culturas no toleran un exceso de proximidad (típicamente latina) ya que la invasión del ámbito personal, en centímetros cúbicos literales, la viven como una invasión de la intimidad.
Ya sabemos que en el Mediterráneo somos más dados a la proximidad y al contacto físico pero la evolución cultural, sin duda, avanza hacia formas de relacionarnos menos intrusivas, igual que hacia tonos de voz más bajos y, en general, hacia un mayor respeto del ámbito personal.
 
 
La Ball Chair de Eero Aarnio que produce Adelta es una clásica butaca de aislamiento

 
 
Las imágenes domésticas de países pobres nos asombran por la forma en que las personas se arraciman, por falta de espacio real, por dificultades como el frío, el hambre o las enfermedades. La conquista del espacio doméstico (porque la del cosmos ahora mismo está en horas bajas)  es un logro de la civilización y la individualidad, en consecuencia, es el resultado de la superación de las primeras barreras de supervivencia. Somos animales sociales, pero, en un momento dado, a todos nos gusta disfrutar de una cierta dosis de soledad, de aislamiento, de intimidad reflexiva y depuradora que nos permita limpiar la piel de tanto ruido y tráfico social.
Pero volviendo a la pregunta inicial, cómo podemos saber cuánto espacio necesitamos para nuestro bienestar personal. La respuesta es compleja ya que ni siquiera los especialistas en psicología la pueden contestar. Cada uno de nosotros debe averiguar la respuesta y, probablemente, lo hace por el método de error y ensayo. A veces, los errores se llevan por delante una relación de pareja, pero así son las reglas del juego, en un juego que viene siempre sin reglas escritas.
 
 
El programa Nest de sofás para ámbitos de trabajo permite crear salas de reuniones o de concentración sin necesidad de compartimentaciones. Es un diseño de los Bouroullec para Vitra.

Esta reflexión nos recuerda que en el ámbito de lo privado, muchas veces nos preocupamos de temas aparentemente cruciales como el confort, la comodidad, la ayuda técnica, la disminución del esfuerzo, la seguridad. En cambio, olvidamos valorar las necesidades personales en la esfera más cerrada de la individualidad. Casi todos los espacios de la casa están pensados para compartir, incluidos los baños modernos repletos de estímulos para prolongar allí la estancia. Pero muy pocos están diseñados para la intimidad real de las personas, la introspección, la soledad eventual. Burbujas como las que algunos centros de trabajo ofrecen a sus empleados para momentos de concentración. Recordemos el éxito que ha tenido el programa Nest de sofás habitáculo de los Boroullec parea Vitra que incluso tiene imitadores.  Bien pensado, esta nueva necesidad de aislamiento ha creado una tipología de muebles pensados para ello en la que los móviles tienen mucho que decir.
 

Showetime de BD Design según diseño de Jaime Hayon: la mejor amiga del teléfono móvil.

Tal vez las habitaciones infantiles sean los ámbitos mejor orientados hacia la individualidad porque todos entendemos que los jóvenes necesitan asumir y crecer en su propio espacio. Pero los pequeños egoístas no son los únicos que gustan de poner un “Do not disturb” en la puerta. Podemos rastrear mentalmente la casa y hallar algunos rincones a tal efecto: la butaca de lectura, el inodoro, el desván, el estudio o zona de trabajo. Pero, en general, el espacio doméstico está pensado para la relación con los demás miembros de la familia, para la socialización continua, para el diálogo. Pasaron los tiempos del “boudouir”, una estancia cerrada para las damas que utilizaban como tocador donde hasta los maridos tenían el acceso prohibido. El propio despacho o biblioteca donde el “pater familias” se recluía se ha convertido, también, en una pieza arcaica.
 
 
Nestrest de Dedon, para hacer la siesta sin compañía
 
Ahora el despacho lo llevamos en la cartera de mano. Jóvenes que buscan emanciparse, gente que cabalga entre dos ciudades, personas de todas las edades que viven solas, grupos compactos que precisan de zonas de recogimiento. Nuevos tiempos, nuevas exigencias. Tal vez la casa del futuro inmediato precise de un enfoque menos técnico, y definitivamente más cercano a las personas.

lunes, 18 de noviembre de 2013

El diseño que surgió del frío: Höst Copenhagen

El restaurante danés Höst ha merecido el primer premio del Restaurant & Bar Design Awards, por lo que hemos pensado visitarlo, aunque sólo sea para echar un vistazo a sus méritos. El estudio Norm Architects Menu ha proyectado un espacio que hace del minimalismo y los rasgos del diseño nórdico un cóctel perfecto en su esencialidad. Un espacio construido a base de materiales sin pulir de una humildad absoluta, en muchos casos con elementos reciclados procedentes de otros usos. La madera, el ladrillo y el cemento, los pilares de la construcción secular, son los protagonistas de un espacio que no concede ni un milímetro a veleidades ornamentales o simplemente relativas al confort. Lámparas de origen inequívocamente industrial, algunas de ellas con brazo extensible tradicional, otras, simples bolas de cristal esmerilado, sirven para apoyar la luz natural cuando decrece. Unos sencillos cortadores de madera rústicos en una pared, un soporte metálico para vasos y una alacena de obra con tarros de alimentación caseros nos recuerdan que estamos en un restaurante y no en una celda benedictina.
Y, curiosamente, en este entorno de austeridad radical nos sentimos reconfortados y próximos a la sencillez y la calidad de la comida casera, de las recetas de mamá, de las cosas que no pierden carácter con el paso de los años.
Sin duda, el espacio Höst de Conpenhagen representa una de las tendencias más contundentes y representativas de la época que nos ha tocado vivir. No tanto por la influencia del elegante diseño escandinavo sino por las virtudes que representa y de las que tan anhelantes está la sociedad urbana actual.



Parece una nave industrial pero es el mejor restaurante de Europa de este año según el Restaurant & Bar Design Awards. Fotos, cortesía Norm Architects.

Estas virtudes se resumen en una palabra: autenticidad. Simplicidad formal, sencillez expositiva, ausencia de ornamento, acabados sin pulir... son rasgos de este carácter que necesitamos en nuestro entorno para equilibrar el exceso de artificio, la amenaza del calentamiento global, la falacia de las políticas de Estado, la falta de solidaridad, el descaro del gran capital, la incompetencia de los políticos...
Vamos a ver muchos espacios como Host en el futuro. En el otro lado de la balanza están los locales que apelan al folclore, al eclecticismo decorativo, al todo vale, al vintage mal digerido y al un poco de allí y otro poco de allá. Esta es la tendencia que impera en los locales de restauración hispánicos en general que, muchas veces, dan la sensación de retroceder cien años sin complejos ni coartadas. El futuro no va por ahí, sino por la desnudez de las paredes que vemos en estas fotos. Es una apuesta personal.








miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿Debo confiar a un interiorista el proyecto de un espacio donde voy a vivir yo?

Hay una pregunta a nivel de consumidor que nos resulta especialmente incómoda a quienes nos dedicamos a la divulgación de esta actividad que es equipar el entorno. ¿Debo confiar a un interiorista el proyecto de un espacio donde al final voy a vivir yo, no él?
Personalmente, cuando me veo frente a esta espesa cuestión suelo responder que ante un dolor de muelas nadie se plantea si debe ir al dentista o solucionar el tema por su cuenta. La respuesta adecuada siempre la tiene un profesional. Pero, a pesar del truquito retórico, las caras de mis interlocutores no parecen estar muy convencidas y aunque suelen callar por cortesía puedo leer en sus mentes: Sí, pero me va a salir la broma más cara aún. O también: Con lo divertido que es decorar mi propia casa, ¿voy a regalarle este pequeño placer a un interiorista que aplicará sus gustos y recursos habituales?


Las imágenes de este post son cortesía de su autor, Jordi Miralles y aparecen publicadas en un reportaje de la revista Casa Viva, edición diciembre
 
Lo sé, lo sé… El tema tiene muchas aristas además de una buena dosis de implicaciones emocionales, en las que intervienen todos los que van a vivir en ese espacio. Sólo faltaría que no fuera así. Y a pesar de todo, la respuesta es: nadie lo va a hacer mejor que un profesional.
Obviamente, su trabajo tiene un precio, como lo tiene el de la peluquera, el del cocinero y el del taxista, actividades todas ellas que podemos ejercer como diletantes sin cometer ningún delito. No podemos, en cambio, operar del riñón o levantar una escuela, sin la titulación, la experiencia y los permisos legales correspondientes, ya que son temas de una responsabilidad mayúscula.



El precio que pagamos a un diseñador de interiores es lo que vale la rapidez y eficacia con que va a solventar su proyecto. Es el precio de su experiencia y de su gusto que van a redundar en espacios bien acondicionados desde algunos puntos de vista que a nosotros ni siquiera se nos ocurren ‒acústica, seguridad, integración de ocio, ahorro de energía, salubridad de materiales…‒, y suele ser un precio justo, cuando no por debajo de lo que realmente merece. Es el precio de los quebraderos de cabeza con los industriales que nos va a ahorrar, de las elecciones acertadas y las compras bien hechas, de las fechas que se cumplen y los cambios que se improvisan. También del estudio previo de nuestras necesidades que requieren horas largas e intempestivas de charlas, discusiones y documentación. Todos los interioristas que he podido entrevistar coinciden en que el momento más feliz de su trabajo es el de las conversaciones previas con sus clientes, cuando éstos exponen sus necesidades e ilusiones. Sólo el momento de la entrega del proyecto acabado, con la felicidad de los clientes paseando por el nuevo hogar, supera al del trabajo previo.
También conozco interioristas especializados en instalaciones públicas, hostelería y tiendas, que preferirían trabajar en la cantina de un cuartel antes que aguantar los caprichos de la clienta en un proyecto doméstico. Tiene que haber de todo…


Nos queda la cuestión puramente emocional. ¿Quién está dispuesto a sacrificar el pequeño placer que consiste en pasear por las tiendas especializadas, tomar medidas, preguntar precios, probar muebles, decidir, comprar y colocar? Sólo hay que atreverse a visitar una gran cadena de decoración el sábado por la tarde para saber que la casa sigue siendo el patio del recreo soñado de nuestra vida familiar o de single. Los ojos brillan en las tiendas de muebles y no es por casualidad.
 
 

No es necesario renunciar a ese placer legítimo ya que se puede trabajar codo con codo con el diseñador de interiores. Se pueden visitar proveedores, recabar muestras y decidir juntos. Se puede adquirir un mínimo lenguaje decorativo que nos permita hablar con conocimiento de causa de nuestros deseos y exigencias. Se debe participar de ese proceso con la convicción de que el interiorista agradecerá el compromiso y la ilusión como un instrumento afinado de su trabajo. Entrar en el universo del interiorista es relativamente fácil (nosotros los hacemos todos los meses y no somos diseñadores), pero confiar en él es siempre la mejor opción.

jueves, 7 de noviembre de 2013

¿Cuáles son tus interiores favoritos de la década?

Presentamos un extracto de la encuesta realizada por la revista PROYECTO CONTRACT con motivo de su número 100, que publicamos por cortesía de la editorial MC Ediciones. Se planteó a una serie de interioristas reconocidos cuáles eran sus tres interiores favoritos y éste es el interesante resultado. ¿Cuáles son tus interiores favoritos de la década?


       IGNASI BONJOCH, Estudi Bonjoch

1.- Kolumba Museum de Köln, obra de Peter Zumthor. Obra arquitectónica que envuelve las ruinas de la iglesia Kolumba de Colonia, bombardeada y arrasada durante la Segunda Guerra Mundial. Proyecto realizado entre 2003 y 2007, es un ejercicio notable de interiorismo, con diversas salas para el goce de la lectura, las obras de arte y la reflexión.
Utiliza y combina diversos materiales distintos entre si pero que se funden en uno sólo, oculta mágicamente las carpinterías de fachada hasta parecer que los vidrios flotan, la geometría en planta hace fluir el recorrido de la visita, una experiencia única.  

2.- Hotel Mercer de Rafael Moneo, en Barcelona. Como se dice a menudo, una rehabilitación monumental, puesto que se trata de un hotel 5 estrellas Gran Lujo calificado como monumento, que integra vestigios romanos del siglo I. Armonía entre lo antiguo y lo moderno, lección de maestría en los materiales y la luz. Crea ambientes muy diversos y relajados, de gran exquisitez alejados del cliché del lujo ostentoso.

3.- Tienda Aesop Faubourg Saint Honoré de París, de March Studio. Por llevar al límite el concepto de usar un solo material, por la razón de ser de esa madera en concreto, por el sistema de premontaje y montaje. Pero sobretodo por la fuerza que desprende desde la calle y por la potencia del espacio que sientes cuando estás dentro.


1. La tienda The Gourmet Tea de Alan Chu & Cristiano Kato en Sao Paulo. Estos tres proyectos me han interesado porque aportan una nueva forma de ver y entender el diseño de interiores. Creo que en un momento tan complicado y critico que afecta a todos los ámbitos de la sociedad, proyectos como éstos nos demuestran que el diseño puede redefinir su papel y proyectarse hacia nuevos valores, mas normales y comunes.

2. El estudio de los arquitectos Betillon / Dorval - Bory en Paris. El diseño finalmente se ha desplazado y ya era hora, de un ámbito exclusivo y sofisticado (solo para algunos "cultos" y "ricos") a otras franjas de publico, es una disciplina que empieza a estar al alcance de todos. Es éste un diseño low-fi, sincero, sin complicaciones que se preocupa por el mensaje mas que por la forma y sus detalles.

3. El proyecto Camper Together de Curro Claret con Arrels Fundació en Barcelona.  El diseño está demostrando que puede ser una disciplina comprometida; el proyecto de Curro para Camper me parece magnifico tanto por su proceso como por el valor social y humano. Ojalá el diseño se convierta definitivamente en algo normal y no tan especial.


AGUSTÍ COSTA.

1. Tondeluna  de Picado-de Blas, arquitectos. Por el orden y precisión de la composición, activada a través de los enlistonados que, a parte de resolver el comportamiento acústico del local, también lo vivifican.
 
2.- Camper Estambul de Isabel López. Un escenario que evoca mediterraneidad, implantado en un lugar cualquiera. Soluciones muy frescas y un montaje inteligente. Lástima de cántaros, eran prescindibles.
 
3  Clínica dental en Portugal de Miguel Marqués, MMVarquitecto1. La calma y misterio que consigue su atmósfera predispone positivamente a someterse a las sesiones poco agradables que se dan en esos lugares. Incluso con actitud distraída ante la expectación lograda.

OCTAVIOMESTRE  

1. La tienda Prada en Tokyo de Herzog & de Meuron. No solo por la aportación que sus arquitectos han hecho a la arquitectura, trasladando a la piel cuestiones internas del proyecto en sí, si no como premio a la frescura que nos viene desde Oriente, aunque sea hecha, como en este caso, por personajes occidentales, que el mundo es global y las estrellas brillan para todos y en todos lados.

2. Las oficinas Vitra de Sevil Peach. Y digo oficinas ‒aun sabiendo que no es una obra estrictamente pública, sino privada‒, porque me parece que marca, no uno de los caminos, sino EL camino a seguir, a la hora de hablar de “espacios de trabajo” (de cuello blanco, nos referimos). Tuve ocasión de entrevistar a su autora para el nº 9 de la revista t18, que codirijo y de visitarlas este verano por dentro. Yo quisiera trabajar allí (o, en su defecto, en un ambiente así)…. Y quiero que mi trabajo rezume algo de ese espíritu.

3. Les Cols de los RCR. Y me refiero a toda la sucesión de proyectos, restaurante, hotel, carpa… Porque me parece una obra extraordinariamente depurada, delicada, de distintas aportaciones realizadas, a lo largo del tiempo, que acaban hablando como una única unidad. Los proyectos se hacen con el tiempo. La gente cree que los arquitectos trabajamos con espacios, pero, fundamentalmente, trabajamos con tiempos.


lunes, 4 de noviembre de 2013

Escaparate conceptual: la tostada siempre cae por el lado de la mantequilla

El escaparatismo, como la escenografía para el séptimo arte que comentábamos en el último post, son disciplinas periféricas del universo del diseño de interiores, tan relevantes como las dedicadas a espacios para vivir y compartir, si no más. El escaparate es un sueño hecho realidad, un reclamo para los sentidos de los paseantes, una seña de identidad de las ciudades y un arma de marketing para los negocios. Un escaparate inteligente apela a un público capaz de interpretarlo y, de algún modo, modela el target de clientes interesados en entrar.
El escaparate conceptual ha sustituido el antiguo mostrador de mercancías que sobrevive tan solo en barrios periféricos o ciudades en vías de desarrollo. Pensemos en la cristalera de la zapatería tradicional contrapuesta a la imagen inferior. Dos mundos muy diferentes. Algunas compañías, conscientes de lo difícil que es construir una identidad sólida, lo entienden muy bien e invierten en este capítulo sin escatimar medios, lo que deriva en una rama del diseño de espacios hermosa y creativa, con estudios especializados como el que traemos a este comentario.
 
¿Escaparatismo o poesía visual de la mano de ja! studio?
 
Toast es una escaparate creado por ja! studio para la tienda Loreak Mendian de Barcelona. La instalación que tiene como fin presentar la primera colección de calzado para mujer de Loreak Mendian, interpreta el verano de una forma geométrica y reflexiva descontextualizando objetos cotidianos y dotándoles de nuevos significados. Una mesilla y un conjunto de tostadas de corcho en forma de escalera hacen que el espectador dirija la mirada al producto: un zapato de la colección SS13.
 

Escaparate para la tienda Loreak Mendian de San Sebastián. Una estructura metálica y tablas de DM negro forman la silueta de una persona, creando así un diálogo entre el producto y el objeto donde cada accesorio adquiere su posición lógica natural.

ja! (Ion Ander Beloki, Tolosa 1970) comienza su trayectoria profesional en Barcelona tras realizar estudios en diseño gráfico y escaparatismo. Posteriormente, inicia una nueva etapa creando ja! studio y colaborando con diversas compañías, entre ellas Loreak Mendian, donde encuentra el espacio para desarrollar su trabajo más personal. Actualmente vive en Londres y sus escaparates han sido reseñados en libros y revistas internacionales especializadas, como Frame, Pasajes Diseño, Design 360º Magazine o Span.
Sus instalaciones, influenciadas por la cultura visual contemporánea y la impronta estética de raíces vascas, combinan varias disciplinas, como la arquitectura o el diseño industrial. Con un estilo directo y distintivo, ja! descontextualiza objetos cotidianos dotándoles de nuevos significados: sus composiciones prescinden de elementos superfluos y emplean solo aquellos objetos que mejor describen la idea.
 


Los rasgos más característicos de sus composiciones son la iluminación y los acabados. Así, las piezas creadas consiguen un estilo propio: algunos escaparates narran breves historias, como Bomb, que describe las situaciones que se crean en torno a la mesa de Navidad en las reuniones familiares; otros recrean estructuras arquitectónicas partiendo de elementos convencionales, como Haddock ligth; finalmente, en escaparates como Viking, se inspira en piezas de otros artistas, dotándoles de un sentido más comercial.  El objetivo de ja! es crear imagen y provocar la mirada, lo que consigue con un trabajo riguroso y una técnica depurada.
 

viernes, 25 de octubre de 2013

El cine, como el interiorismo, sirve para inventar historias


Bravo por la iniciativa del hiperactivo Colegio de Decoradores de la Comunidad Valenciana de celebrar un ciclo dedicado al interiorismo de cine. (Por cierto, ¿cómo consiguen trabajar tanto y tan bien?, que nos digan qué desayunan, por favor). Han celebrado dos mesas redondas tras dos interesantes proyecciones de films donde el escenario y la puesta en escena es casi tan protagonista como los actores principales.



El primero dedicado a Gattaca, cumbre del interiorismo minimalista gélido y apabullante (ideal para denostarlo por radical) donde vemos cuán angustiosa puede ser una escalera de caracol cuando Jude Law se empeña en subirla sin piernas. Una película apreciable por su historia pero tópica en cuanto a los espacios que caen en el manido recurso de que en el futuro viviremos en el interior de un gran frigorífico.


La segunda convocatoria fue para la insuperable, emblemática y fundamental Blade Runner que se atrevió a pronosticar un futuro parecido al de ahora pero con más mugre y lluvia ácida. Como decía Toni Miró en un librito dedicado al film de Ridley Scott, lo mejor de la estética de esa película es la previsión de un futuro cercano vestido con una estética mezcla de estilos sin aspavientos. La gente viste trajes como los de ahora y eso que la película transcurría en el lejano 2019 (¡Dios mío, si ya está aquí, y yo con estos pelos!). No hemos podido asistir a estas sesiones (snif) pero le auguramos un gran éxito y esperamos que nos envíen algún documento al respecto.
Y ahora mi aportación personal.
Hace años intenté convencer a los responsables de una revista de cine de que abrieran un apartado dedicado a la Dirección de Arte que es como suelen llamar en esta industria a los decoradores. Me dieron un poco de cancha y empecé a investigar. ¿Qué encontré? Un vacío casi total sobre este tema, ausencia de documentación, nada de fotos, ignorancia sobre este colectivo tan importante... el desierto. Profesionales tan relevantes a nivel internacional como el gran Gil Parrondo son completos desconocidos. Imposible encontrar documentación al respecto, escasa bibliografía. Ni siquiera los premios Oscar se interesan en exceso por este apartado. Una pena... Así que mientras me arremango para abrir un canal dedicado a este oficio apasionante, dejar que os dé algunas pistas que demuestran cuán importante es la dirección artística de una película y qué bien lo saben los grandes directores. Ejemplos de ello podemos encontrar a montones.
Hablamos de un Lucchino Visconti maniático con sus escenarios que exigía que hasta la última taza de porcelana de sus decorados fuera auténtica...


De un Alfred Hitchcock que tuvo que recrear en estudio la famosa Fallingwater House porque le negaron el permiso de rodar dentro y el hombre se empeñó en que la acción  de Con la muerte en los talones debía transcurrir allí.


De un  Jaques Tati que convirtió en protagonista de su deliciosa Mon Oncle a la casa del cuñado, hipertecnificada y ridícula.
De un Almodóvar que no planifica sus películas hasta que no sabe cómo serán los decorados con la ayuda de los mejores Directores de arte.
De un Tom Ford que situó la historia de su hombre soltero en una mansión maravillosa de John Lautner.


No sigo porque el tema me apasiona y me engorilo en seguida. La historia es interminable, así que propongo estas películas para los próximos ciclos del CDICV. Si no las habéis visto, no os las podéis perder. Y si las guardáis en la memoria, es el momento de verlas bajo otra perspectiva.
El cine es el arte de recrear historias, más o menos como el interiorismo, así que disfrutemos de estos artistas que nos han permitido soñar con sus escenarios y hacer creíbles sus fantasías.