Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito

Diseño de interiores: la Ventana de Marcel Benedito
Casa Sardinera de Ramón Esteve. Foto: Mariella Apolonio

martes, 13 de noviembre de 2012

La Cultura de la Casa se pone cachas

El Col·legi de Decoradors de Girona me invita a presentar mi libro  (“Cada casa es un mundo”, Why Worry, 2011) en el marco de la Fira de Girona y dentro de las conferencias del ciclo GInteriors. Una excelente ocasión para tomar el pulso a una ciudad que se toma el diseño de interiores muy en serio, con un colectivo de profesionales, a cuyo frente está Teresa Casas, francamente inquieto. En vez de reproducir la presentación de mi libro, publico el texto que apareció, con este motivo, en la revista de tendencias Neo2.

 
Rossend Cortés, Marcel Benedito y Teresa Casas en el coloquio de GInteriors, en la Feria de Girona, el 30 de octubre.

“El diseño es un lenguaje. De acuerdo. Pero ¿cómo es que lo habla tan poca gente? Este país tiene una renta de creatividad per cápita muy superior a la de muchos otros y por eso produce tan buenos profesionales del diseño. De hecho, aparte de sol y playas, lo único que podemos exportar a largo plazo es cultura, envasada en forma de gastronomía de vanguardia, de arte o de diseño en sus variadas especies. Es lo mejor que podemos ofrecer al resto del planeta. Y no está mal. Entonces, ¿por qué hay que partir de cero cada vez que explicas a nivel divulgativo un aspecto de nuestro diseño?


Después de trabajar unos meses en mi libro sobre arquitectura de interiores, me doy cuenta de que gran parte del esfuerzo lo he dedicado a explicar que no hay más remedio que ser apasionado e intransigente con este tema. Defiendo el diseño actual y el talento reconocido internacionalmente de nuestros profesionales, contra el desprecio ignorante que encubre el rechazo a la supuesta frialdad del diseño. Arremeto contra el mal gusto y sus coartadas para llegar exhausto a lo que tendría que haber sido el punto de partida del libro: el diseño de interiores español es excelente y hay que degustarlo como ejemplo para el resto del mundo.

Para alcanzar este punto hay que desbrozar un camino extrañamente repleto de maleza. Porque en interiorismo doméstico “todo” no vale y lo que nos venden como recursos de mestizaje, eclecticismo, o mix de estilos, no es más que una coartada para abrazarse al “horror vacui” que caracteriza a un país cuya generación de mayores pasó hambre de verdad. Un país que se creía rico pero que, mentalmente, sigue siendo pobre. Y la pobreza, como ya sabemos, se amortigua con el analgésico de la acumulación. Un país que pretende disfrutar de la última tecnología reposando sobre una alfombra de imitación persa tejida en fibra artificial.
 
 
Aspecto del espacio del Colegio de Decoradores de Girona en La Fira de octubre

Las revistas de decoración como reflejo de la realidad cotidiana muestran esta triste paradoja. La ausencia de una mínima cultura de la casa impide encontrar interiores personales, atractivos, modernos, vividos, frescos. En su lugar hay que escoger entre espantos repletos de cachivaches o espacios desnudos que muestran una visión integrista del habitat de vanguardia. Cultura de la casa, en este sentido, es un concepto que supone asumir una serie de valores como algo normal, consustancial a nuestra forma de entender el entorno, sin imposturas, ni esfuerzos. Una actitud ante los espacios domésticos que da por sentado que serán funcionales, limpios, modernos y ordenados, y a partir de ahí, tan personales como nos apetezca. Porque los espacios deben hablar el lenguaje de las personas que los habitan. Fomentar la cultura de la casa, ayudarla a muscular en el gimnasio de las publicaciones, es mejorar una situación de ignorancia claramente anómala.”

 

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