Palo Alto, Poble Nou, Barcelona. Estudio Bailo-Rull. Entrevisto
a los arquitectos Rosa Rull y Manuel Bailo, para la próxima edición de Casa
Viva, y les pregunto cómo ven la casa del futuro. Según ellos, la casa donde
vivirán nuestros hijos y nietos será, antes que nada, un espacio saludable. Un
lugar donde se evitarán energías estáticas negativas, actividades insalubres,
falta de oxígeno; un espacio con las condiciones vitales precisas para el
confort humano. Para ello es necesario un exhaustivo control de materiales, de
instalaciones y de lo que en informática se llama periféricos: luminarias,
baños, sanitarios, electrodomésticos. Las casas también serán saludables en el
sentido de que consumirán la energía justa para la vida diaria y nada más. En
la mayoría de los casos, inclusive, se abastecerán de sus propias fuentes de
energía.
Casa jardín en Igualada de Bailo-Rull, ADD Arquitectos
Estos comentarios me recuerdan a una versión seria del Feng
Shui, como si a esta milenaria sabiduría la hubieran despojado del componente
místico que inevitablemente arrastra por todas partes. Está muy bien que los
maestros geomantes nos describan lo importante que es asegurar que el aliento
del dragón no pase por debajo de la cocina o que las formas de las montañas
inspiren la decoración del salón. Como superstición o cuento chino tiene su
punto y, a juzgar por la ingente literatura que ha inspirado (buscar en la
sección Decoración de cualquier librería), ha conseguido cosechar muchos
adeptos en Occidente. Pero hay que reconocer que si eliminamos todas las
supercherías pseudomísticas, la doctrina se queda en una serie de consejos de
puro sentido común. Por decirlo en román paladino: pura charlatanería de
embaucadores.
Sé que hay muchos estudios de expertos en Feng Shui que aconsejan
sobre decoración y lamento enemistarme con ellos de por vida, pero en mi
opinión, las pseudociencias (astrología, numerología) están a mitad camino
entre el pasatiempo y el atraso. Mientras resulte divertido hablar de ello, me
parece bien. En el momento en que un curandero sustituye a un médico o un
geomante feng shui a un interiorista, me parece un retroceso grave y
perjudicial. Y un fraude, dicho sea de
paso…
El arquitecto chino Wang Shu, ganador del Pritzker
por saber adaptar la modernidad constructiva a la realidad local de China
Buena idea la de los arquitectos, de empezar a preocuparse
por la salubridad de las construcciones (recordamos los casos de los edificios
enfermos) y aportar metodología, experiencia y rigor a este tema. La
arquitectura, tal vez obligada por las circunstancias económicas, baja a la
arena a pelearse con los instaladores y controlar su trabajo. El Premio
Pritzker de arquitectura de este año ha correspondido al chino Wang Shu, un
señor que gusta de trabajar con las manos como los artesanos y que ha
recuperado viejos materiales y tradiciones constructivas ancestrales para
solucionar problemas de hoy en día con la vista puesta en el futuro. Un gran
arquitecto que se considera un “Amateur” (así se llama su estudio) cuyo
trabajo, en palabras del jurado, “ejemplifica la capacidad de la arquitectura
actual de arraigarse en un suelo cultural local e incorporar profundos ecos de
una tradición específica.”
Y ha conseguido este premio, no lo olvidemos, sin necesidad
de recurrir a supersticiones trasnochadas.
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